Hubo una vez un alma de las estrellas que se encarnó en la Tierra

Érase una vez un alma que vino de las estrellas para encarnar en la Tierra, para aprender a amarse y amar, para encontrar su luz y ofrecerla al mundo…

Eligió revivir las heridas del abandono y la traición para aprender que el amor no depende de nada ni de nadie, pero siempre está ahí.

Experimentó el miedo a no ser suficiente, el miedo al vacío, el miedo a estar sola para entenderlo. Nunca sustituiría al yo, que nunca estuvo solo ni siquiera en el más profundo silencio….

Ha conocido la violencia, la manipulación, el deseo de morir para sentir el valor de la vida y la libertad.

Ha ocultado su vulnerabilidad, ha cerrado su corazón por miedo a ser herida, fingiendo ser fuerte e insensible para descubrir la fuerza de su sensibilidad y el poder del amor de un corazón abierto.

Ha conocido la duda, el pragmatismo, ha sido cartesiana hasta el extremo para que se le revele el sentido de la vida, la fe y la confianza.

Ha experimentado la mentira, la traición para aprender la riqueza de la sinceridad, dándole el impulso para perseguir su verdad.

Pasó por sus sombras para finalmente aceptar su luz, sus talentos, para descubrir y encarnar. Ellos, para darse cuenta de que la razón por la que había llegado al final del recuento era para compartir, transmitir, irradiar y amar, con toda humildad.

Érase una vez un alma que se acercó a la Tierra para reavivar las estrellas, compartir su luz y su amor.

y trabajar a través de ellos para el nacimiento de un nuevo mundo.

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